1/26/07

EL VERDADERO ROSTRO DE ENRIQUE AGÜERA

Por Zeus Munive

Enrique Agüera Ibáñez yerra en su quehacer político por una carente visión de sus asesores. Resulta que después de publicado el reportaje de la revista Contralínea, donde se habla de su enriquecimiento inexplicable, mandó comprar todos los ejemplares de la revista, y posteriormente, los diarios Cambio de todos los puestos de periódicos.

Quiso, además, responsabilizar a la Secretaría de Gobernación del operativo para levantar todos los periódicos Cambio, pero en esta ocasión ni López Zavala ni su jefe (Mario Marín) intervinieron en la actitud represora de la libertad de expresión.

Tan es así que, probablemente este día, el rotativo que tiene usted en sus manos, sólo lo lea Agüera, porque ya mandó, otra vez, comprar todos los ejemplares de los puestos.

Conste que no se trata de defender al secretario de Gobernación, pero hay que ser justos. Enrique Agüera mandó levantar todos los diarios.

Agüera mintió y usó de parapeto a sus cómplices los marinistas.

Fue un gran error el del rector de la UAP sacar de los puestos de periódicos la edición de Cambio y de la revista Contralínea, pues demostró su lado flaco: no soporta ser cuestionado por la prensa. No aguanta la crítica y los cuestionamientos. Si él, en algún momento, quiere ser un político y buscar un puesto de elección popular debe saber que la mejor manera de legitimarse es con la crítica, no con taparse los ojos.

Los operadores de Agüera confunden los convenios de publicidad con la compra de conciencias; se puede tener un convenio, pero nunca se puede comprar la libertad de informar y de pensar. Agüera, gracias a sus asesores, demuestra ser patrimonialista del poder, y además, un miedoso. Mucha gente lo califica de traidor desde que era estudiante de la Facultad de Administración. Resulta que, a finales de los años setenta, se decía comunista; posteriormente, traicionó a la célula en la que militaba. Muchos universitarios saben que Agüera sabe ganarse a la gente y que, después, les da la puñalada trapera.

En los últimos días Agüera saca su verdadera personalidad, amenaza a sus enemigos con el tema de Jorge Ruiz Romero en la Promotora Universitaria y Javier Casique Zárate en su Secretaría particular.

Craso error.

Si investigan el pasado reciente de Agüera, cuando era director de la Facultad de Administración, se darán cuenta de muchos negocios económicos y de complicidades con Casique.

Es más, Rodolfo Ruiz se atrevió a llamarlos a ambos, en su columna “Entrelíneas” del extinto El Universal Puebla—como “la banda de la pantaleta” por algún negocio de giros negros que sostuvieron ambos antes del año 2000.

En el caso de la Promotora Universitaria, Agüera utilizó los recursos del área como caja chica para su campaña a rector.

Se benefició como no se pueden dar una idea por la amistad que sostuvo con Enrique Doger, y por medio de ésta se fue convirtiendo en uno de los hombres más ricos de Puebla.

Sus universidades patito las consiguió por sus buenos oficios, al arrastrarse con su rector y con los gobiernos priistas.

Agüera sí es dueño de un rancho en Valsequillo.

Agüera sí es dueño de un yate, pues apenas llevó de paseo a un director de un medio local por las playas de Cancún. El director del periódico lo platica orgulloso, aunque dice que es un yate como de 50 mil dólares.

Sí es dueño de varios caballos de raza, pues apuesta en carreras de cuartos de milla en el municipio de Cacalotepec.

¿Quieren más datos? En diciembre apostó con un regiomontano varios miles de dólares en las carreras que se celebran en esta comunidad cercana a Atlixco.

Lo más interesante de todo lo publicado, es su respuesta estúpida que deja mucho de qué hablar de un político, pues más bien se presentó como un aprendiz de ello.

Primero: Compró todos los periódicos Cambio y las revistas Contralínea, en vez de hacer un auténtico desmentido. Insisto, jamás rechazó lo publicado. Más bien, mandó espiar a todo su personal porque sabe que una parte de lo que salió en el reportaje la dictó su enemigo y el resto sus empleados. Es curiosa su actitud policíaca: es más importante saber de dónde vino el golpe que aclarar sus presuntos actos de corrupción

Segundo: Compró espacios publicitarios en radio y televisión para limpiar su imagen.

Tercero: La semana pasada no salió ninguna nota en su contra, y él, todos los días salió a decir que tiene la conciencia tranquila y no sé qué pendejadas más.

Cuarto: Agüera no es la BUAP y salió a los medios a decir que se atacaba a la universidad. Nada más falso que eso, pues el enriquecimiento inexplicable no lo hacen ni los estudiantes, ni los catedráticos. El irresponsable es Agüera y no la comunidad universitaria.

Quinto: Ha mandado mensajes en la prensa, que si bien es válido, demuestra su nivel de enojo. Y vaya que está desesperado.

Sexto: Tiene un pésimo estilista y peor diseñador de modas. Nadie le ha dicho que es un émulo de Güicho Domínguez, Sólo el enigmático Manuel Cuadras se ha dado cuenta de su perfil de chofer de la ruta de Los Rápidos de San Antonio.

Séptimo: Se le ha olvidado que también fue cómplice de todo el dogerismo, y que él, al igual que los anteriores rectores de la BUAP, ha saqueado los recursos de la casa de estudios.

Octavo: Agüera no soporta la crítica, cuando venga el momento cuando le salgan los enemigos, cuando inicie la feria de las traiciones, sus oponentes, ya sabrán cuál es su punto débil.

Es una lástima que se dé a conocer por tan poco.

Es una lástima que censure medios de comunicación críticos. Ya se le olvidó lo que ocurrió con su
ahora amigo Mario Marín Torres.

De la soberbia a la estupidez, mi querido Enrique Agüera, sólo hay un paso.


Ya para cerrar

Documentamos un escándalo sexual en las altas esferas de la universidad: hay un muerto y una averiguación previa. Nada tiene que ver con “El cubano” de derecho. Éste es otro caso y puede salir más mierda por muchos lados.

Próximamente más noticias.

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