Para que nuestro pequeño inquieto se distriga, lo llevamos al parque de diversiones que había llegado a la ciudad, de esos que tienen carrusel, rueda, esos jueguitos llenos de pelotas para que los niños naden en medio de ellas, el infaltable gusanito (que no sé cómo se lo llame en otros lugares), entre otros. Nos acompañó la ñaña Poletita para que se suba a los jueguitos con él, pero resulta que a Mateo no le agradó para nada, y más bien se puso a llorar apenas se subió al primer carrusel, así que no quedó otra que bajarlo y ahí la tienen ustedes a una niña de 11 años que muy avergonzada estaba dando vueltas en el dichoso jueguito.
Luego intentamos en los juegos de las pelotitas, y nada! tampoco quiso, pero esta vez Polette si disfrutó, no dejaba de animar a su primito a que entre a jugar pero sin resultado.
Decidimos subirnos todos al gusanito para dar una vueltita por el centro de la ciudad, y fue la misma situación al punto que nos tocó bajarnos porque el niño se puso a gritar.
Luego intentamos en los juegos de las pelotitas, y nada! tampoco quiso, pero esta vez Polette si disfrutó, no dejaba de animar a su primito a que entre a jugar pero sin resultado.
Decidimos subirnos todos al gusanito para dar una vueltita por el centro de la ciudad, y fue la misma situación al punto que nos tocó bajarnos porque el niño se puso a gritar.
Entonces mami y Polette subieron a los carritos chocones, para que nuestro paseito no haya sido en vano y ahora si que el chiquito quería subir cuando vio a la mamita, pero esta vez no corrimos riesgo y ahi se quedó con papi y la tía Nacha, comiendo el canguil (palomitas de maíz) que tanto le gustan.
Qué le pasó aquel día? no lo sabremos, lo que si es que por ahora tocará seguir llevándolo al parque a pasear porque no queremos que nos haga pasar otra verguenza.
Cosas de niños!
