La mano de López Zavala se vio claramente en el conflicto de Ajalpan por medio de Mario Mendoza, uno de los operadores del titular de Gobernación, que en su afán de ganar notoriedad para obtener la candidatura del PRI a diputado federal –algo que finalmente logró– estuvo organizando una parte del movimiento que logró la salida del alcalde de Ajalpan, quien dejó el cargo con el pretexto de que estaba enfermo.
Nadie objeta que fue desastrosa la gestión de Tomás Quixtiano, pero lo cuestionable es que Mendoza y muchos priistas que colaboraron en desestabilizar el gobierno del anterior edil, una vez que se inició la época de campañas electorales se olvidaron de los problemas del municipio, el cual ha estado cuatro meses sin un presidente municipal.
Mientras que la Segob a lo único que se ha dedicado en este cuatrimestre es negar que en Ajalpan haya ingobernabilidad, y se la ha pasado prometiendo que pronto habrá un nuevo edil. Todo indica que Javier López Zavala no sabe o no se imagina cuáles son las consecuencias de que una comunidad no tenga una autoridad, pues así lo indica su extrema tardanza para encontrar solución a los problemas de dicha localidad que está ubicada en las faldas de la Sierra Negra.
La gota que derramó el vaso es que un grupo de regidores solicitó una audiencia con López Zavala, por medio del subsecretario de Gobernación, Júe Hernández Corona, y desde hace un mes no les responden a su solicitud.
Ése es el comportamiento tradicional de López Zavala: que le piden una audiencia y recibe a la gente hasta seis meses después.
Esta situación muestra que Zavala es un pésimo secretario de Gobernación, que no sabe resolver conflictos municipales, y que sigue con sus sueños de opio de que será el próximo candidato del PRI a alcalde de Puebla.